lunes, 18 de septiembre de 2023

Hacia el final de las cosas bellas

 Va apagándose la llama de esta vela que encendimos hace tiempo. Precisamente eso, el tiempo, ha ido carcomiendo el fuego de una de las cosas más bellas que yo haya podido ver. Y bella dos veces, porque lo construimos entre todos, y porque era puro.

Tiempo, me haces daño, pues con tu paso destruyes una de las luces más puras que existían en este mundo lúgubre y oscuro. Por ti pasaron lámparas, velas, bombillas y farolillos y todos siguieron el mismo destino; la oscuridad. Nunca nadie pudo vencer a la nada, pues allí nada perdura y todo se pierde. Aves, bestias, hombres y mujeres, sucumben a ella cómo los barcos antiguos cuando encallaban en acantilados atraídos por cantos de sirenas.

Precisamente ellas, las sirenas, cegaban a los hombres simulando la pureza de las luces más bellas de este mundo. ¡Oh, que ciegos estaban!¡Y sordos también! Pues pese a las advertencias de aquellos que conseguían escapar de aquellas voces, nada podía hacerse cuando los hombres se encandilaban en esas melodías de los altos mares. Ahogados terminaban, sintiendo cómo el aire se agotaba y cómo el frío invadía su cuerpo.

Siento frío, el mismo frío que se palpa en los vastos campos verdes de una pradera en el preludio del invierno. El mismo frío que se siente cuando el último tronco de leña en una chimenea se consume por el paso del tiempo.

Aquí viene de nuevo quién se oculta tras un traje y un sombrero de copa oscuros, desgastando todas las luces que osen interponerse en la oscuridad que él trae. 

Mucho aguantó esta llama encendida, con un fuego al que todos, forasteros y lugareños, podían acercarse a sentir calor cuando el frío del mundo llegaba a sus cuerpos. ¡Oh, a cuántos ayudó este fuego a resguardarse de los peligros del mundo! ¿Puede alguien alzar la voz y decir siendo honesto y sincero que nunca se sintió acogido a su alrededor cuando el desamparo lo seguía? 

Pocos se preocuparon en cuidar este resplandor, pues decidieron centrarse en cuidar sus pequeñas luces, olvidando que sólo las luces más grandes son capaces de resistir la oscuridad que va dejando tras su paso el tiempo. 

Nos dejamos el alma para construir el fuego más fuerte que el mundo ha podido ver, capaz de resistir los tiempos más lúgubres que recordamos. Pero ahora, sólo nos quedan las cenizas, pues el tiempo ha podido con esta llama, que fue pura, y fue bella, pero nunca fue perfecta. Por eso estamos aquí, en el final de las cosas bellas, con las manos llenas de cenizas recordando la calidez de este fuego que ahora se apaga, para acabar siendo una historia, que será un recuerdo, que será una leyenda, y que finalmente será... nada.


¿Ves la oscuridad hacia la que nos lleva el tiempo? El fuego que todos construimos nos protegía de ella, pero ya no puede hacerlo.

Llega el frío a mí, y no puedo seguir escribiendo, pues mis dedos han comenzado a congelarse... ¡Maldito tiempo! Estoy helado... 

miércoles, 2 de noviembre de 2022

Estrellas fugaces

 ¿Alguna vez has visto una estrella fugaz? Es una sensación maravillosa. Suelen salir cuando el resto de luces que iluminan este planeta se apagan. Aunque ahora, desde que creamos la luz artificial, es más complicado verlas.

Las estrellas fugaces son un resplandor que cruza el cielo de punta a punta en un instante muy pequeño. Si no estás atento, es bastante probable que las pierdas de vista. Están ahí durante... ¿dos segundos?, ¿un segundo?,¿medio quizás? Es muy sencillo no verlas si no las buscas con atención. Y para alguien que no ha visto nunca una estrella fugaz probablemente el hecho de perderse una más no le importe mucho. Pero a mí me gusta ver estrellas fugaces. Me gusta lo que simbolizan, o, mejor dicho, me gusta el simbolismo que yo les he dado. Cómo he dicho antes, ahora con la luz creada por el hombre y la contaminación lumínica que esta genera, se hace mucho más complicado verlas. Es curioso, ¿no? ¿Cuántas de las cosas que hemos creado tienen un impacto negativo sobre las cosas que ha creado la naturaleza? Normalmente, las cosas creadas por la naturaleza son más bellas que las cosas que creamos nosotros. 

Para mí, las estrellas fugaces representan la capacidad que tiene la luz de abrirse paso en la oscuridad sin importar que tan grande, abismal y espeluznante sea ésta última. Una estrella fugaz también es un símbolo de esperanza, ya que en el punto más nocturno del día, un haz de luz es capaz de iluminarlo, aunque sea durante un corto período de tiempo. Para nosotros, y hablo de los humanos, la luz natural es una de las cosas más importantes. Es con la luz natural del Sol con la que empiezan nuestros días, por ejemplo. Si la luz del Sol que es tan inmensa y se puede disfrutar durante tanto tiempo es importante, una luz que se puede disfrutar tan poco cómo la de una estrella fugaz, ¿no debería ser aún más importante por el poco tiempo que podemos disfrutarla? 

Antes iba a buscar estrellas fugaces. Es algo que me gustaba hacer, simplemente iba en coche hasta un lugar oscuro, inclinaba mi cabeza hacia el cielo y... me limitaba a observar su trayectoria. "¿De dónde vendrán?","¿A dónde irán?" son algunas de las preguntas que circulaban por mi  cabeza mientras ellas pasaban ante mí. Y después, cuando el tiempo de observarlas acaba, las tenía todo el tiempo en mi memoria. Recordaba perfectamente su trayectoria, en que punto del cielo las había visto, el color de su estela.... Hasta que, un día, sin razón aparente, deje de observarlas. No hay un motivo específico, supongo que simplemente empecé a disfrutar otras cosas, u otras cosas me llamaban más la atención que ir a ver estrellas fugaces. Curiosamente, nunca había pensado en lo mucho que me gustan las estrellas fugaces hasta hoy. 

Y es que hoy se ha visto pasar una estrella fugaz por España, ha sido visible en varios puntos del país, ¿has podido verla? Y ha sido entonces, cuando he empezado a leer las sensaciones de la gente al ver pasar la estrella por los lugares en donde viven, cuando he recordado lo que disfrutaba viéndolas. Pero también he recordado una cosa, las estrellas fugaces... se acaban, y sólo perdura el recuerdo que tengamos nosotros de ellas. Ellas siguen su viaje por el Universo e incluso algunas, muchas de ellas, se desintegran. Entonces recordé por qué deje de verlas, porque siempre me acordaba más de las que ya había visto que de las que estaba viendo en ese momento. Y luego, me acordaba de las que vi en ese momento cuando ya estaba viendo otras. 

Por eso no me gustan las estrellas fugaces, porque siempre pensaremos en el único recuerdo que tendremos de ellas. Ahora... sólo observo estrellas. Puedo tener varios recuerdos de las estrellas, porque siempre están ahí arriba, iluminando la noche, cómo un punto de luz que no puedes apagar, que no puedes borrar.

Y a ti que te gustan más, ¿las estrellas fugaces, o las estrellas del cielo bajo el que nos acostamos? Me gustaría seguir hablando pero... quiero observar estrellas.

martes, 28 de abril de 2020

Para Michael Robinson.

No sé con cuántos años empecé a escucharte narrar los partidos de fútbol, no sé cual fue el primer partido en el que escuché tu voz sobreponerse al ruido del encuentro. Lo que si sé, es que ahora tengo veinticuatro años y has formado parte de mi vida durante todo este tiempo. Cada sábado de Liga, allí estabas tú para ponerle la guinda a la atmósfera que creabas junto a Carlos Martinez y Maldini. Y lo mismo en los días de Champions, cuando más nervioso estaba, escuchar tus análisis en el prepartido me calmaba. Y lo mismo al postpartido, mientras los demás se iban, yo me quedaba, hasta que terminases de hablar, porque me gustaba escucharte.

Tengo los mejores recuerdos de este deporte junto a ti, querido Michael, siempre que podía veía un partido contigo en los micrófonos, porque tú hacías especiales los partidos, con ese característico acento inglés que tan gracioso nos resultaba. "No sabe hablar español, Michael Robinson es un tipo que lleva en España treinta años y aún no sabe hablar español bien". Era una de las frases que más escuchaba cuando ponía los partidos contigo. Pero tú, Michael, no estabas sólo en los partidos, también estabas en el día después, trayéndonos las mejores anécdotas de la jornada. También estabas en Informe Robinson, cuando cumpliste diez años con ese programa, nos dijiste en aquel frío noviembre de dos mil diecisiete "diez años dan para mucho", y que razón tenías.

Me encantaba sentarme a escucharte hablar de fútbol, porque me enseñaste que el fútbol, el de verdad, va más allá de los colores. Que uno puede estar enamorado del club de su vida hasta las trancas, pero que para disfrutarlo, hay que abrir la ventana y aprender a disfrutar del fútbol sin colores. Y allí fue, en la ventana en la cadena SER, dónde nos dijiste lo que nunca queríamos oir; tenías cáncer, un melanoma. Hasta tú mismo dijiste que era cómo una pesadilla, cómo un mal sueño. Aún así, jugabas este partido con Messi, así llamabas al médico que te trataba el cáncer, y luchaste hasta el minuto 90 peleando por cada balón dividido para ganar este partido. Al final, no lo lograste.

Cuando supiste que tenías cáncer, nos pediste, cómo siempre, con esa educación tan perfecta que te distinguía, que no usásemos esa palabra para menospreciar a alguien. E incluso en ese momento volviste a hacer uso de tu fina ironía; "es algo paradójico, Michael Robinson les está diciendo cómo deben de hablar". Y tenías razón, tenemos que tener mucho cuidado en el uso que hacemos de ciertas palabras.

Hoy tu voz se apaga y nunca más nos iluminará tu sonrisa el camino. Porque así eras tú Michael, un tipo feliz, que siempre le devolvía una sonrisa a la vida. Y si no eras así, a mí al menos, me transmitías esa sensación. Porque para mí siempre fuiste un ejemplo en la forma de hacer las cosas, para mí eras un ejemplo a seguir.

Ni soy capaz de pensar ni quiero imaginar por un segundo cómo será vivir el fútbol sin ti, porque nada será igual. Eras de lo mejor que tenía este país para contar lo que pasaba en el campo. Otros vendrán, pero los que crecimos contigo, sabemos que nada será igual.

Al escribir estas palabras de despedida me creo mejor escritor de lo que realmente soy, me creo Garrincha, pero sólo soy Ter Stegen acorralado en mi área haciendo un mal dribbling al atacante rival. Siempre serás eterno, nunca caminaste sólo, y tú lo sabías. Espero que te hayas ido con al menos la mitad de la paz y la calma que transmitías cada vez que estabas en el micrófono. Muchísimas gracias por hacerme amar este deporte y por hacerme disfrutar con cada partido que narraste.

jueves, 29 de agosto de 2019

Sueños

Los sueños. Sin duda alguna, una de las cosas que más preguntas despierta al ser humano desde el principio de los tiempos. ¿Por qué soñamos?¿Para qué soñamos?¿Quién crea lo que soñamos?¿Somos nosotros, es Dios, es simplemente el cerebro, el mayor órgano del cuerpo humano que aún no comprendemos?¿Que sentido tienen los sueños?¿Por qué puedo recordar algunos sueños y otros no?

Todas estás preguntas se han intentado responder sin éxito alguno. Seguramente, muchos de vosotros tengáis un libro de vuestros padres en el que se enumeran una serie de interpretaciones comunes a sueños que suele tener todo el mundo (cómo por ejemplo soñar con alguien cercano que se ha muerto recientemente). Y si no habéis hecho nada de esto, es muy posible que después de leer esto busquéis información sobre el último sueño del que os acordéis para ver si tiene algún sentido.

Pero,para mí, la pregunta más importante no es si los sueños tienen sentido,la pregunta más importante es;¿quién crea los sueños? Hay quién dice que los sueños los creamos nosotros con los momentos que hemos vivido a lo largo del día. No os voy a mentir, a mí me ha pasado, por ejemplo, soñar una discusión con una persona con la que ya he discutido. Esta primera "teoría" está bastante bien, pero se desmiente rápidamente cuando tenemos lo que se conoce cómo sueño premonitorios. ¿Cómo es posible que creemos un sueño sobre algo que no ha ocurrido todavía? Es entonces cuando nos vemos obligados a ir a la segunda opción;los sueños los crea Dios. No es tan descabellado pensar que es Dios quién crea los sueños y quién nos los pone en la cabeza. De hecho, El mismísimo Tolkien usa este recurso, cuando Ilúvatar(El Dios de la Tierra Media) pone en los sueños de Faramir y Boromir la necesidad de ir a Rivendel. ¿Es esta la forma que tiene Dios de hablar con nosotros?¿Es esta la forma que tiene de advertirnos de peligros (meteríamos aquí los sueños premonitorios), o de hacernos reflexionar sobre lo que hacemos en nuestro día a día (y aquí los sueños sobre cosas que ya han pasado? Para esta opción no tengo respuesta. Ni la tengo yo, ni creo que la tenga nadie, porque al menos a día de hoy no se puede afirmar ni negar la existencia de un Dios.

Si ninguna de estas dos opciones las consideramos válidas, sólo nos queda la tercera opción; los sueños los crea nuestro cerebro en una demostración de capacidad de trabajo y cálculo de nuestra psique que deja a la altura del betún al más avanzado de los ordenadores que hemos creado. Si vamos a ir por este camino, nos surgirá una nueva pregunta;¿para qué crea el cerebro estos sueños? Y las respuestas, más o menos, serían las mismas que las que hemos dado cuando hemos supuesto que los sueños los creaba Dios; para reflexionar sobre algo que ha pasado y no ha estado bien.. para advertirnos de un peligro.. etc. Aunque claro, esto sería un poco raro, porque con Dios tienes la base de que se supone que él nos ha creado y que tenemos que ser buenos... ¿pero con el cerebro?¿para que nos iba a querer advertir de algo que hemos hecho mal o de algo que es peligroso para nosotros?

Lo que está claro es que el mundo onírico es complejo y que aún estamos lejos de comprenderlo. Es curioso cómo un sueño que al principio no tiene un significado concreto, va tomando forma conforme la rueda del tiempo avanza y las fichas se van moviendo, hasta que comprendes que has soñado eso por una razón.

Cómo he dicho al principio, soñamos cosas muy raras, y de muchas ellas no nos acordamos. Pero si mañana cuando te levantes recuerdas que has soñado, intenta no olvidarlo, y no creas que es una tontería... Porque puede que en un par de días sea la cosa más sensata que te haya pasado nunca. Y fíjate, es posible que haya sido obra tuya.

Qué me dices,¿has tenido algún sueño que te haya hecho replantearte las cosas?

domingo, 15 de abril de 2018

Las redes sociales.

Un tono musical acompañado de una vibración perturban mi descanso. Es la hora de levantarse, otro día más. Abro los ojos y extiendo mi brazo derecho, hasta llegar a la mesa donde tengo el móvil. Apago la alarma. Me quedo cinco minutos más en la cama, porque hoy tengo tiempo. Voy a mear, me lavo las manos, caliento la leche semidesnatada del mercadona un minuto y veinte segundos.

Mientras, tengo el smartphone en mis manos. Estoy leyendo Twitter para enterarme de lo que ha pasado en el mundo mientras yo dormía. Dejo el teléfono inteligente en la encimera mientras echo colacao a la leche que acabo de calentar, porque sí, con veintidós años aún tomo leche con colacao por las mañanas. Cuando todo está listo, guardo mi celular en un bolsillo, cojo un paquete de galletas y el vaso con leche y me voy al salón a desayunar. Lo dejo todo en la mesa, y me tomo un momento para leer Twitter de nuevo. Cuando ya he acabado, paso a Instagram. Aquí no se lee nada, si no que se ven historias con imágenes. Casi todas son de amigos y conocidos que han salido de fiesta por la noche. Apenas puedo entender nada de lo que dicen porque en la discoteca o pub en el que están, la música está (obviamente) muy alta y es lo único que se oye. Igualmente, no tiene pinta de que se hayan divertido mucho, si las discotecas abren 6 horas y a cada hora hay una historia. Otras historias son con frases hechas, vacías, que no significan nada, pero que te llenan el alma y te reconfortan porque son lo que necesitas oír justo en ese momento. Y otras historias, son simplemente fotos de personas en sitios característicos de una ciudad. Así que ya he acabado de ver lo que ha pasado en Instagram mientras descansaba, y por fin puedo desayunar.

Ya he desayunado, y ahora tengo que hacer las tareas de la casa, tardo en torno a una hora en hacerlas. Cuando acabo, me tumbo en la cama, y de nuevo, abro twitter para ver que hay. Es algo casi instintivo. Otra vez la timeline no tiene más novedades que mostrarme, así que voy a Youtube a ver que nuevos vídeos hay en la feed. A todo esto, continuamente, como si de un bombardeo de misiles propiciado por un mortero virtual se tratase, llegan a mi móvil constantemente mensajes a Whatsapp. A veces son memes, a veces son planes para la tarde de mis amigos, a veces son cosas del trabajo, y a veces, simplemente son chorradas. Nunca para de sonar, y si lo pongo en silencio, la pantalla de enciende, como se encienden las luces de neón de un club de alterne, para recordarme que aunque no pueda oírlo, los misiles siguen cayendo.

Y así pasamos los días, sin darnos cuenta, hemos entrado en una prisión gigantesca, en la que no estamos en una única celda si no en varias, y nos vamos moviendo de una a otra conforme nos aburrimos en ellas. Nos creemos que tenemos libertad pero no es cierto, estamos presos entre los barrotes virtuales de la cárcel con más presos de la historia de la humanidad; Internet. Y lo peor no es eso, tampoco es darte cuenta. Lo peor es darte cuenta de que no podemos salir. Usamos las redes sociales para todo; para concretar un trabajo de clase, para enterarnos de las últimas noticias del mundo, para conocer gente, para concertar una entrevista, para saber donde tienes que ir a trabajar, para expresar una opinión.. También las usamos para stalkear a la persona que nos gusta, o alguien que nos cae mal, o incluso a uno de nuestros amigos simplemente para ver que ha puesto, y mientras hacemos todo esto, esperamos que alguien más grande que nosotros no haga lo mismo a nivel mundial, esperamos que nadie recolecte nuestros datos para usarlos en nuestra contra o para sacar beneficio de ellos. Somos iguales que ellos pero a menor escala. Lo malo es que nosotros estamos encerrados, y no podemos salir. Da igual que cierres todas tus cuentas, al final necesitarás volver a ellas por alguna razón. Es el punto de no retorno, estamos juntos en está cárcel, y no podemos salir.

jueves, 8 de marzo de 2018

Sobre las fuerzas y cuerpos de seguridad del estado.

Buenos días, buenas tardes, o buenas noches, dependiendo de la franja horaria en la que te pares, por propia voluntad, a leer esta entrada. Hoy, ahora mismo, al contrario que lo que viene siendo habitual, voy a escribir sobre un tema que está en nuestra actualidad, y voy a dar mi opinión sobre ese tema. Esto quiere decir, que es una opinión personal, forjada en base a la información que me ha ido llegando sobre este tema de diversos sitios (televisión, redes sociales, periódicos digitales alternativos a los escritos tradicionales, opiniones de gente de mi entorno...). También quiere decir que. al ser una opinión personal, no pretende ser ni será un dogma, si no que pretende ser otro punto de vista más, y simple y llanamente eso.

Entrando ya en el tema, voy a hablar, o mejor dicho, opinar, sobre las fuerzas y cuerpos de seguridad del estado, de nuestro estado, vaya. Como muchos sabréis, son un conjunto de fuerzas de seguridad de la administración pública que se usa, o cuya función es, el mantenimiento de  la seguridad pública. Esto no me lo he inventado yo, se lo inventaron hace ya tiempo los señores que nos gobiernan (para más información lee el artículo del BOE pinchando aquí ). Bien, con esta definición en nuestras manos, entendemos que, tanto la Policía Nacional, como los Mossos d'Esquadra, como la Ertzaintza, como la Guardia Civil, están para garantizar la seguridad pública, o sea, la seguridad de todo el pueblo español (ideologías a parte,vaya). De nuevo, recalco que esto no me lo estoy inventando yo, que es lo que pone en la ley orgánica 2/1986 ( por favor lee el link de arriba antes de seguir).

Pues bien, ahora, necesito que te quedes con esa definición en tu cabeza. Seguramente, habrás oído decir alguna vez, o habrás leído en alguna red social (facebook, probablemente) cosas como "bien que criticáis a los maderos cuando desahucian gente pero luego os roban y los llamáis corriendo" o cosas del estilo "este policía hizo un acto heroico salvo a 12 personas del ahogamiento cuando estaba fuera de servicio" etcétera, etcétera. Joder, que no está mal (ni se critica, o al menos yo no critico, esos actos heroicos vaya), pero en todos lados hay cosas, comportamientos, y actuaciones, que se deben criticar, o intentar corregir, si se tiene un poco de decencia moral y ética.

Nosotros (  o al menos yo), los que criticamos algunos de los actos de las fuerzas y cuerpos de seguridad del estado, sabemos que hacen muchas cosas buenas por nosotros, por el pueblo. Lo que se critica, ( o al menos yo critico) es que estas fuerzas de seguridad, sean un instrumento de represión del partido que nos gobierna hoy día. Se critica que no se paren a pensar en la ejecución de un desahucio injusto si la ley que les hace estar ahí es injusta o no con el pueblo que se supone que sirves. Esas cosas son las que se critican. Seria de locos criticar a un policía cuando hace un acto heroico fuera de servicio,o cuando estándolo, se juega su vida por salvar otra. Criticamos, o al menos yo critico, ese tipo de cosas. A mí no se me va a pasar por la cabeza criticar a un policía cuando hace las cosas bien, pero si ese policía sirve como instrumento de represión contra el pueblo, lo siento pero lo voy a criticar. Porque no me parece que reprimir al pueblo sea una forma de garantizar la seguridad ciudadana, porque no creo que estar al servicio de un partido político concreto sin plantearse siquiera si ese partido está favoreciendo o perjudicando al pueblo que se supone que sirvo sea algo que se deba defender, y sobretodo, porque no creo en el vasallaje en ninguna de sus formas (tercera definción )y porque creo que en esta vida se puede criticar y poner en duda absolutamente todo, por todo esto, criticamos, o al menos yo critico, algunos comportamientos de las fuerzas de seguridad.

Así que, dejad de compartir mensajes con doble rasero, porque los que les recriminamos algunos de sus comportamientos, les seguiremos llamando cuando creamos que les necesitamos, y cuando veamos en peligro nuestra seguridad pública, al mismo tiempo que seguiremos criticando lo que hagan, o creamos que hacen, mal ellos, igual que se critica a los gobernantes, igual que se critica a los profesores, igual que se critica a la dependienta del super, igual que se critica cualquier cosa, porque tenemos pensamiento crítico, y no, ni debemos callarnos, ni debemos pedir perdón por ello.

lunes, 22 de enero de 2018

Sacos de arpillera.

Había una vez un hombre que se ganaba la vida como casi cualquier obrero sin estudios se labra un porvenir en España; haciendo un servicio de albañil en una obra. Este hombre, tenía una vida bastante normal, sin ningún sobresalto destacable. Todos los días eran iguales. Todos los días sonaba el despertador de su smartphone, se levantaba, desayunaba unas cuantas galletas mientras saboreaba un café sólo, se duchaba, y se iba a trabajar. Posteriormente,llegaba a su hogar, cenaba lo que había en la nevera, y se iba a dormir. Y al día siguiente, lo mismo. La verdad, es que la vida de este hombre no era para nada interesante. Apenas era feliz, pero tampoco era una persona triste. Simplemente, vivía.

Aún así, entre tanta monotonía, había algo que si le hacia feliz, y no era darse algún capricho consumista ni nada de eso, era simple y llanamente, cargar los sacos de arpillera con arena. Por alguna razón que se escapaba a su comprensión, llevar los sacos de aquí para allá le llenaba, pero no le llenaba el estómago, le llenaba el alma. Cuando transportaba los sacos, una sonrisa intentaba abrirse paso en su cara. El resultado era una mueca alegre, algo raro en él,pues nunca sonreía,ni tan siquiera hacia el amago de intentarlo.

Así seguía la vida de este buen obrero,así pasaban los días, hasta que lo único que deseaba era que llegase el día siguiente para desplazar los sacos de un lado a otro y sentirse feliz. Los demás obreros se quedaban anonadados cuando le veían feliz por hacer esa tarea, ya que, francamente, requería de un esfuerzo físico importante, especialmente cuando había que estar subiéndolos y bajándolos una jornada entera, al calor del Sol. Él explicaba que, a los demás, les costaba tanto moverlos, porque no escuchaban los consejos que los sacos les daban. Estupefactos, después de decir eso, los demás obreros se alejaron de él, pues creían que estaba loco; ¿un obrero que en lugar de dedicarse única y exclusivamente a llevar los sacos a su destino importando tan sólo cuantos era capaz de llevar, registrando posteriormente su marca y compitiendo con los demás para ver quién era el que más había llevado, se dedicaba a llevarlos preocupándose más por el estado de los sacos que por los que llevaba?. Sí que debía estar loco.

Un día, algo cambió en su vida. En uno de los viajes que hacía en su jornada laboral, le dio un tirón en la espalda. Preocupado por sus sacos, acudió al médico lo más pronto que pudo. El médico le hizo todo tipo de pruebas necesarias para ver que le había pasado, así como darle el diagnóstico más preciso posible. Tras unos días, nuestro obrero recibió una noticia que le sumió en una profunda amargura; le habían diagnosticado lumbago crónico. El obrero, al no tener estudios, no sabía bien que problemas podía causarle eso, así que se informó de que cosas cambiaban en su vida ahora que tenía que prestar más atención al cuidado de su espalda. Efectivamente, sus peores temores fueron confirmados; no podía cargar más sacos. Al menos, no si quería que su espalda estuviese lo más sana posible. Tenía que tomar una decisión: seguir preocupándose por esos sacos, aún sabiendo que no era bueno para su salud, o dar un paso al frente, dejarlos, y centrarse en otras tareas de la obra que si pudiese hacer.

Tras días de reflexión, decidió que, aunque le doliese el corazón por tener que dejar lo que más quería en esta vida atrás, era la mejor decisión que podía tomar. Así que, finalmente lo hizo, dejó a sus sacos, y confió en que el próximo que se encargase de ellos los tratase igual de bien. Aunque sabía que eso era imposible, pues ya sabía que para todos los demás,los sacos en si mismos no importaban.

Así acaba la historia de este obrero, obligado por causas de la vida a ver desde la barrera como lo único que le había hecho medianamente feliz en su vida, se iba para no volver; sus sacos de arpillera.